En el largo camino de la vida, cada paso es una hoja en blanco esperando ser escrita con las tinta de nuestras experiencias. La senda se despliega ante nosotros como un lienzo infinito, lleno de colores vibrantes y sombras profundas que dan forma a nuestra existencia.
A lo largo de esta travesía, descubrimos que el verdadero tesoro no es el destino final, sino el viaje en sí mismo. Cada amanecer es una oportunidad de reinventarnos, de aprender, y de dejar una huella en el sendero de otros.
Saludos
Raquel