Un error que casi todos cometemos en alguna ocasión de nuestra vida con nuestros seres queridos. A veces tenemos tiempo de arrepentirnos y disculparnos, aunque jamás conseguiremos quitar la pena que queda en el ser ofendido, pero puede llegar el momento en que no podamos arrepentirnos ni pedir perdón y se nos quedará grabado en el corazón el disgusto que hemos ocasionado a esa persona que de verdad nos quiere.
Una gran reflexión de nuestra querida amiga Angie Q.D.P.