1
Salud / Re:Depresion
« en: 21 de Noviembre de 2012, 08:32:47 pm »
LA ANGUSTIA
Cuando la angustia llega se instala en mí.
No viene sólo a visitarme, se adueña de mi alma y de mi cuerpo.
Se va introduciendo de a poquito dentro de mis venas y fundiéndose con mi sangre corre junto a ella inundándome con su esencia de aflicción, de congoja, de ansiedad.
No puedo evadirla cuando llega; no puedo esconderme porque no la veo llegar; aparece de pronto sin que siquiera me de cuenta.
Cuando se incorpora a mi vida ya no puedo eludirla, es inadmisible escapar y es quimérico pensar que sólo vino de paseo.
Me vuelve abatida, pesarosa, atormentada. La garganta se me cierra y entro en una afasia tan profunda que siento que en el mundo sólo existimos ella y yo.
Pero soy vulnerable mas no frágil.
Entonces intento que se vaya, que me abandone, que siga su camino.
A veces lo consigo. Otras se va sólo cuando cree que su función está cumplida.
Y al irse me deja nostálgica, agobiada, vulnerable y debo hacer un esfuerzo enorme para engañar a la tristeza y poder sonreir.
Marta Díaz Petenatti-
Cuando la angustia llega se instala en mí.
No viene sólo a visitarme, se adueña de mi alma y de mi cuerpo.
Se va introduciendo de a poquito dentro de mis venas y fundiéndose con mi sangre corre junto a ella inundándome con su esencia de aflicción, de congoja, de ansiedad.
No puedo evadirla cuando llega; no puedo esconderme porque no la veo llegar; aparece de pronto sin que siquiera me de cuenta.
Cuando se incorpora a mi vida ya no puedo eludirla, es inadmisible escapar y es quimérico pensar que sólo vino de paseo.
Me vuelve abatida, pesarosa, atormentada. La garganta se me cierra y entro en una afasia tan profunda que siento que en el mundo sólo existimos ella y yo.
Pero soy vulnerable mas no frágil.
Entonces intento que se vaya, que me abandone, que siga su camino.
A veces lo consigo. Otras se va sólo cuando cree que su función está cumplida.
Y al irse me deja nostálgica, agobiada, vulnerable y debo hacer un esfuerzo enorme para engañar a la tristeza y poder sonreir.
Marta Díaz Petenatti-