Si el hombre pudiera decir su verdad, que no se llama gloria, ambición  o fortuna,
 si pudiera derrumbar los muros que la encierran (prejuicios, temores), 
sería libre para gritar su verdadero amor, lo que justifica su existencia,
 por el cual se estremece y por el cual, si no lo hubiera conocido, 
 sería como no haber vivido: " el amor ".    
    Ilda