Una historia bien conocida que desde niños leemos y nos llega al corazón ese burrito noble que como burro lo único que puede hacer es trabajar y agachar la cabeza siempre, esperando tener un buen amo que lo cuide.
El verso final de Gloria Fuertes lo remarca totalmente.
Me ha encantado volver a recordar este bonito cuenta de Juan Ramón Jiménez.
Gracias por compartirlo.
Un abrazo con mi cariño y amistad,